Almaciles, con su encanto rural esconde entre sus montañas el legado de la familia Serrano, cuyo nombre resuena en las crónicas locales como símbolo de grandeza y tradición.
Desde su llegada a estas tierras, los Serrano dejaron una huella imborrable que se refleja en la iglesia de San Antonio Abad y en los campos que trabajaron.
Origen de la familia Serrano
La familia Serrano tiene sus raíces en Villena, Alicante, pero a principios del siglo XVI, Martín Serrano, un regidor de carácter firme, se asentó en Huéscar. Desde allí, la familia comenzó a expandir su influencia, llegando finalmente a las tierras de Almaciles.
Martín Serrano defendió su tierra contra la integración del señoría del Duque de Alba y estableció los cimientos de un linaje de compromiso con la región.
Fue su nieto, el capitán Pedro Serrano Godoy, quien marcaría un antes y un después en la historia de Almaciles. Junto con su esposa, doña Quiteria Nieto de Balboa, adquirió la mayoría de las tierras locales, consolidándose como los Señores de Almaciles.
En 1586, este matrimonio construyó la ermita de San Antonio Abad, un humilde lugar de oración. Sus nombres quedaron grabados en las escrituras y en los muros de la iglesia, como testigo de su legado.
El vínculo de los Serrano con Almaciles no fue solo material; su escudo nobiliario, todavía visible en la iglesia y en rincones de Huéscar, simboliza su profundo arraigo a estas tierras.

La construcción de la ermita de San Antonio Abad
Como ya hemos mencionado, en el año 1589, el capitán Pedro Serrano Godoy y su esposa decidieron dejar un legado tangible para las futuras generaciones. En el corazón de Almaciles, rodeada de campos y montañas, se erigió la ermita de San Antonio Abad.
Con el paso del tiempo, la ermita creció en importancia y se transformó en la actual iglesia parroquial, que sigue siendo el centro de la vida religiosa del pueblo. En su interior, los Serrano mandaron construir un panteón familiar, donde descansan los restos de Pedro Serrano y Quiteria Nieto de Balboa.
Aún hoy, las campanas que resuenan por el valle parecen contar la historia de aquellos días en los que esta familia supervisaba la construcción de este emblema de la comunidad.
Legado y contribuciones
El impacto de la familia Serrano en Almaciles transciende el tiempo. Tras la muerte de Pedro Serrano en 1597, doña Quinteria Nieto continuó su labor. En 1605, fundó un patronato que aseguró la preservación de las propiedades familiares y su uso para el bienestar del pueblo. Entre estas propiedades se encontraban los cortijos de Pedrarias, Lógreba y Casablanca, tierras que sustentaron a generaciones de habitantes locales.
Estas tierras, trabajadas por manos callosas y regadas con el esfuerzo de los lugareños, se convirtieron en una parte esencial de la economía local.
El escudo nobiliario de los Serrano, que aún se conserva en la iglesia de Almaciles y en otros rincones de Huéscar, es un símbolo de esta herencia. Esta historia sigue presente en cada piedra, cada camino y cada historia que los mayores del pueblo
El vínculo de la familia Serrano con Huéscar y su expansión regional
La influencia de esta familia se extendió a otras localidad cercanas, dejando un legado visible también en Huéscar. En la mejustuosa iglesia de Santa María la Mayor, los Serrano construyeron una capilla propia, conocida originalmente como la Capilla de los Serrano y, más tarde, como la Capilla de San José. A día de hoy, su escudo nobiliario aún adorna este lugar.
Este legado se fortaleció mediante alianzas estratégicas. Doña Quiteria Nieto de Balboa, esposa del capitán Pedro Serrano, provenía de una familia notable de la región. Por lo que estas uniones matrimoniales aseguraron su influencia y permanencia en las tierras de Huéscar y Almaciles.
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